Actualmente se estima que una de cada siete parejas posee problemas para concebir. Un 80% de ellas conseguirán la gestación dentro del año, y aproximadamente el 92% lo hará en el periodo de dos años. Antiguamente se atribuía la causa de la infertilidad a la mujer, aunque en alrededor de un tercio de las parejas la causa se deba a problemas masculinos, otro tercio se debe a problemas femeninos y el tercio restante a causas mixtas. Por tanto, el abordaje del varón es igualmente esencial.
El objetivo del estudio de la fertilidad masculina se centra en identificar factores modificables que puedan mejorarla y detectar patologías encubiertas, como aquellas genéticas o endocrinológicas.
La evaluación se inicia con una historia clínica detallada, exploración física y evaluación de laboratorio incluyendo espermograma y perfil hormonal. La información elemental abarca la duración de la infertilidad, antecedentes familiares, historiales médicos relevantes como enfermedades de transmisión sexual, problemas genitourinarios, malformaciones congénitas o intervenciones quirúrgicas.
Existen diversas razones que conllevan a tratar al hombre por infertilidad: la evaluación y tratamiento con un profesional especializado optimiza los resultados para las parejas infértiles permitiendo así, en la mayoría de los casos, llevar adelante un tratamiento de reproducción asistida con gametas propias.